Cofradías y Hermandades
Casas de Hermandad
La labor de las cofradías y hermandades de Lucena no se explica únicamente en la calle, bajo la luz de los cirios y el sonido del tambor. Su grandeza se construye también en los espacios cotidianos donde se reúnen, trabajan y custodian su memoria: las casas hermandad. Estos lugares son mucho más que sedes administrativas, son auténticos hogares cofrades donde conviven la devoción, la convivencia fraterna y la organización de cada uno de los momentos que dan vida a sus desfiles procesionales.
Cada casa hermandad es un espacio en el que se concentran funciones muy diversas. Allí se guardan los pasos y enseres procesionales, se preparan los cultos, se forman los hermanos y se transmiten valores de respeto, entrega y fe a las nuevas generaciones. A lo largo del año, se convierten en punto de encuentro, donde se planifican actividades de caridad, formación, convivencias o conferencias, prolongando el pulso de la Semana Santa o su festividad de Gloria más allá del día de su celebración.
Estas sedes cumplen, además, una función patrimonial de gran importancia. En ellas se custodian piezas artísticas de valor incalculable —tronos, insignias, bordados, orfebrería— que forman parte de la identidad de la ciudad. Muchas casas hermandad han abierto también una vertiente cultural y turística, permitiendo que vecinos y visitantes puedan conocer de cerca la riqueza de la tradición lucentina durante todo el año.
Entre las casas hermandad de Lucena de Pasión destacan algunas que, además de sede de la vida interna de la cofradía, se han convertido en espacios expositivos. Es el caso de la Casa Hermandad de la Cofradía Amor y Paz, que reúne en su interior una interesante muestra de arte sacro y audiovisuales sobre la Semana Santa, o la Casa Hermandad de la Cofradía de la Columna, que custodia enseres de gran valor histórico y recrea la atmósfera del Jueves Santo lucentino.
Especial mención al Museo de la Santería de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno que, inaugurado en 2015, ha permanecido algunos años cerrado y actualmente se encuentra en proceso de reconstrucción para volver a abrirse al público.
Otras casas hermandad sobresalen por su papel social y devocional en la ciudad. La del Silencio, ligada a una de las procesiones más sobrecogedoras y emblemáticas de la Semana Santa, es reflejo del espíritu penitencial de esta hermandad. Por su parte, la Taberna Getsemaní del Huerto, vinculada a la Cofradía de la Oración en el Huerto, se ha convertido en un lugar singular de encuentro para cofrades y vecinos, donde tradición y vida social se entrelazan. Y la Casa Hermandad de la Soledad, asociada a una de las imágenes marianas de mayor devoción, custodia enseres y recuerdos de una hermandad profundamente arraigada en el sentir del pueblo.
También algunas de las hermandades de Gloria disponen de su propio espacio, es el caso de la Hermandad de San José Artesano, cuya casa permanece abierta con gran asiduidad, o la Caseta de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, lugar de encuentro de peregrinos y carriolas en los días previos a su salida hasta Almonte, guiados por su simpecado, además de un espacio en el que habitualmente se desarrollan eventos festivos.
En conjunto, las casas hermandad forman un verdadero mapa de la vida cofrade lucentina. Cada una de ellas refleja la personalidad de su corporación, pero todas comparten un mismo espíritu: ser espacios de fe, memoria y futuro. Son la prolongación natural de las hermandades, los lugares donde se gesta cada detalle de la Semana Santa y festividades de Gloria, y donde se mantiene viva, día a día, la pasión de un pueblo convirtiéndose en una realidad constante y presente en la vida cultural, social y espiritual de la ciudad durante todo el año.

Fotografía Archivo de la Cofradía
Casa Hermandad Soledad

Fotografía Archivo de la Cofradía
Casa Hermandad Silencio

Fotografía Archivo de la Cofradía
Casa Hermandad Columna

Fotografía Archivo de la Cofradía